En un ensayo de 1986 dedicado a la correspondencia de César Vallejo, David Sobrevilla llamaba la atención sobre el significativo aporte que hacían las cartas a los estudios vallejianos. Según él, las misivas contribuían a la cronología y a la exégesis de la obra, a la construcción de la biografía y a la dilucidación de cuestiones ecdóticas. Sin dejar de ser cierto todo esto, cualquier acercamiento crítico a la correspondencia como clave de acceso a la vida y obra de César Vallejo debe evitar posiciones excesivamente optimistas.

Una lectura atenta de las cartas, como la que aquí proponemos a través de nuestra anotación, hace surgir más preguntas que respuestas y pone de manifiesto, a la par que nuevas informaciones, importantes lagunas y carencias. Así, nos parece evidente que el uso de las cartas para cuestiones ecdóticas es limitado: ninguna de las misivas que se conocen hasta la fecha discute la composición de poemas específicos; tampoco nos explican por qué Los heraldos negros se publicó en 1919 (a pesar de que su aparición se había anunciado, como inminente, un año antes) ni aclaran las fascinantes escrituras y reescrituras de Trilce, ni la de los poemas publicados póstumamente. Lo mismo sucede con la composición de Escalas, Fabla salvaje, El tungsteno y Rusia en 1931. Dentro de esta limitación, encontramos en las cartas unos pocos datos que, por humildes que sean, conviene tener en cuenta: la fecha de composición aproximada de un par de poemas incluidos en Los heraldos negros; una referencia a la entrega de Trilce a la imprenta; otra sobre los móviles de Vallejo al dar a conocer sus poemas inéditos a Luis Alberto Sánchez en 1927 y permitirle su publicación; además de una mención a la extensión de su libro «L’art et la révolution». Por último, destacan las alusiones que Vallejo hace a su «libro publicable de versos» en misivas a Juan Larrea de fines de 1935 y comienzos de 1936, particularmente importantes para la historia de la edición de la obra póstuma de Vallejo.

De la afirmación de Sobrevilla debemos rescatar que la recopilación de las cartas se justifica por una contribución central: no hay lugar a duda de que el aporte más importante que estas hacen es el biográfico.

Hacienda «Roma», 25 de Nov. de 1910

Sr Víctor C. Vallejo

Stgo. [de] Chuco

Mi queridísimo hermanito:

Tengo gran alegría formular la pte. para saludarle con un abrazo bien estrechado por el día de su santo que fue el 23, anhelando que el cielo permita, que los mil años de vida que le conceda, le encuentren con perfecta salud i con mejor porvenir, para el consuelo de nuestros amados padres y de sus hermanos que de veras le quieren.

Nosotros quedamos bien. Lo mismo Néstor en Trujillo.

Hasta mi próxima, soy su hermano que le quiere

César A.

Señor Decano de la Facultad de Ciencias.

Abraham C. Vallejo, natural de Santiago de Chuco, i ex-alumno de la Facultad de Letras de la Universidad de La Libertad, deseando ingresar a la sección de Ciencias Naturales de la Universidad Mayor; ruego a Ud. se digne hacerme matricular en el 1.er año de dicha sección, con cuyo objeto me es grato adjuntar los certificados i recibos respectivos.

Por tanto a Ud. suplico se sirva atender mi solicitud.

Lima, Abril 1911.

Abraham C. Vallejo

Lima, 19 de abril de 1911.

Por presentado con la matrícula que se acompaña, matricúlese a Don Abraham C. Vallejos [sic] en el primer año de la sección de Ciencias Naturales, previo pago de los respectivos derechos, regístrese y archívese.

Villareal

Trujillo, 18 de Julio de 1912

Sr. Víctor C. Vallejo

Santiago de Chuco

Mi querido hermanito:

El sábado llegué a esta ciudad sin novedad, donde me hallo en unión de mis hermanos Nestítor y Miguelito, con buena salud. Y anhelamos que Ud. se encuentre bien en compañía de nuestros papacitos y hermanitos todos.

Estamos gestionando por ver si conseguimos matricularme en la Universidad de esta ciudad, para no perder el año del todo. Hoy o mañana veremos el resultado, y en el correo siguiente ya le avisaremos.

Respecto a Nestítor le diré, que ya se encuentra restablecido de salud enteramente, después de la fiebre que tuviera en el mes anterior; por esto no es posible su viaje a esa por ahora, porque talvez más sufriría con las peripecias del viaje tan molestoso de 3 días, que estando acá, donde ya van a comenzar las vacaciones del 1.er semestre en el Colegio y la Universidad,28 y entonces estará más descansado para restablecerse más.

Anexo

HISTORIA EDITORIAL

La reunión de cartas de César Vallejo ha sido un trabajo lento y progresivo dentro de los estudios vallejianos. Este fue iniciado por Ernesto More, quien, con ocasión de su «Anecdotario de César Vallejo», reprodujo cinco misivas de Vallejo a su abogado Carlos C. Godoy, publicadas en 1949. Posteriormente, con motivo del veinte aniversario de la muerte del poeta, algunos destinatarios publicaron, íntegra o parcialmente, varias cartas: Luis Alberto Sánchez, Juan Larrea y Xavier Abril. El primero reprodujo, además, una carta a Manuel Vázquez Díaz, y el último dio a conocer por primera vez fragmentos de las cartas escritas a su hermano, Pablo. Por su parte, en 1959, Georgette de Vallejo aludió a varias cartas escritas a ella durante el tercer viaje de Vallejo a Rusia, así como a cartas escritas a Vallejo que ella conservaba en su archivo. En 1960, Aurelio Miró Quesada Sosa dio a conocer las cartas dirigidas a él.7

El primer intento de recopilación de cartas en una edición fue infructuoso y estuvo a cargo de dos estudiantes universitarios de San Marcos. Rolando Andrade y José Cacciano Chiri le dirigen a Juan Larrea, desde Lima, el 11 de mayo de 1960, la siguiente carta que vale la pena reproducir por extenso, pues permanecía inédita hasta ahora:

Anexo

Madrid, 13 de Marzo de 1929

LEGACIÓN DEL PERÚ

Mi querido César:

Por fin tuve la gran satisfacción de recibir sus tan esperadas noticias. Por su

carta de 27 de Diciembre me enteré de su reinstalación en nuestra querida Lutecia,

tras su lamentablemente rápida estancia en Moscú. Por más fugaz que haya sido su

viaje, no dudo de que habrá usted logrado captar, en atisbo sintético, lo que puede

significar para el futuro, en los más humanos aspectos de la vida, la organización

de los Soviets. Xavier está empeñado en que lo anime a usted a escribir sobre Rusia.

Que lo haga —me dice— desde su pie americano. Sería formidable —me añade—

una comprensión de Rusia desde el punto de vista de sus relaciones con nuestro

continente.

Me felicito de que, por lo menos, haya usted conseguido algunas colaboraciones

en periódicos rusos y que ya esté normalizado el pago de las que tiene en el Perú.

A pesar de la intervención del ministro Leguía en mi favor, el despreciable monigote

máximo de nuestro tinglado criollo se obstina en no concederme lo que por ley

me corresponde. Qué le hemos de hacer.

He dejado pasar tanto tiempo sin darme el placer de escribirle a usted, debido

al mal estado de mi salud que comienza a restablecerse. Me propongo hacerlo con

mayor frecuencia, confiado en que usted hará otro tanto.

Le abraza con su fraternal afecto de siempre

Pablo

Paris, le 12 Mayo 1929

Mi querido Pablo:

Hace mucho tiempo que no tengo el placer de recibir sus noticias. En el mes

de Enero recibí carta suya, en respuesta a la mía de diciembre 1928. Hago votos

cariñosos por su bienestar y por que su situación diplomática haya, al fin, alcanzado

el ascenso que con tantos méritos debe concedérsele. Como nadie me escribe del

Perú, no tengo noticias quién es ahora Ministro de Relaciones. Ojalá sea ya otra

persona menos estúpida y rencorosa.5 Espero con verdadero interés sus noticias

sobre el particular, que me interesa como cosa propia.

En cuanto a mí, sigo marcando el paso en el mismo punto de siempre. Mi

dilema es el de todos los días: o me vendo o me arruino. Y aquí me he plantado.

Naturalmente, si no me vendo ni me he vendido, es prue{b}a de que me estoy arruinando.

Van a ser seis años que salí de América y cero!

COMENTARIOS SOBRE ESCRITORES

En esta sección incluimos, en orden cronológico de publicación, los comentarios de

César Vallejo sobre la obra de otros autores que aparecieron como material paratextual

publicitario. En algunos casos, es posible que estos comentarios hayan sido

remitidos en una carta. Cabe notar que la integridad textual de los dos comentarios

publicados póstumamente, que incluimos aquí por razón de exhaustividad, es más

cuestionable que aquella de los publicados en vida de Vallejo.

[1. Sobre Abraham Valdelomar]

Con Abraham Valdelomar, el artista proteico, la literatura americana presenta su

primer esteta. Después de José Enrique Rodó, el divino maestro de optimismo, profeta

mayor y primer capitán de energía espiritual, surge el conde de Lemos, este

joven maestro de idealismo y de lucha; este cerebro golpeado por el negro martillo

metafísico. Porque el espíritu ateniense de Valdelomar vive y vibra con la grandeza

dolorosa de un conquistador victorioso y herido. Sus últimas obras, donde ya aparece

la médula del pensador, me han hecho llorar.

Él, como el apostólico y glorioso Manuel González Prada, ha roto también, o

mejor dicho, ha pulverizado el academismo anacrónico que asfixiaba nuestra mentalidad. Director de «Colónida», ha traído rebeldía, libertad, amplitud de

horizonte, más oxígeno sentimental. Por él, pues, se ponen de manifiesto los mediocres

en todo su liliputismo; y por él hallan espacio las alas grandes.

Valdelomar apunta una época nueva en la literatura peruana. –

césar a. vallejo. lima. – 1918. –

[2. Sobre Roberto Mac Lean y Estenós]

«Democracia” revela en su autor la valentía de su orientación política y su profunda

inquietud espiritual. Ese libro vale mucho y puede servir de pauta a quienes viven

sepultados entre ladrillos filosóficos, más o menos cambiantes, y, en todo caso, desmoronables.

– César Vallejo. – (De «La Semaine Parisienne». París).

[3. Sobre María Alicia Domínguez]

Estos poemas, jugosos de un fresco jugo de corazón de mujer, me han revelado un

real y efectivo temperamento creador. Creo en su lírica, cálida y palpitante…

No me parece usted colonizada por esa gripe erótica que actualmente azota a

más de una adolescente de América que ha leído a nuestras «clásicas” del verso

lujurioso y herbívoro.

Richard Aldington (1892−1962) was a prolific reviewer and translator in his time, though probably better known to later readers as an Imagist poet and author of the First-World-War novel Death of a Hero. In autumn 1924 he published The Mystery of the Nativity, his translation of a fifteenth-century text in Walloon French. In December 1924 there was a performance of his translation in the Church Room of St Mary the Virgin Primrose Hill, London. Neither this performance nor Aldington's translation itself have made their way into standard accounts of the revival of religious drama in England in the early twentieth century. This chapter will make a brief analysis of Aldington's handling of the text and consider what inferences can be drawn about the performance of it at St Mary's from materials preserved in the parish archive and in the archive of George Allen & Unwin Ltd, and from the brief press notices I have found to date.

Beyond the citation of his source text Aldington does not indicate in the published edition how the play first came to his notice or what in particular prompted him to undertake the translation. But correspondence preserved in the archive of his publishers, George Allen & Unwin Ltd, reveals that the initiative for the publication came from Aldington himself, who enclosed a copy of his translation in a letter dated 24 March 1924, in which he notes that he had permission from Gustave Cohen, the editor of the French text, to publish his translation of it without charge. Aldington's friendship with Cohen at a later stage of his life is documented by his most recent biographer. But the letter of 1924 indicates that he was already in correspondence with him at this point, and a batch of letters written in 1921 by Aldington to Cohen, published in 2003, shows that Aldington had sent his translation to Cohen for comment, and identifies Aldington as the author of an anonymous review of Cohen's edition in the Times Literary Supplement 31 March 1921. The choice of text reflects Aldington's deep interest in medieval French literature, amply attested in his translation and reviewing work. The particular subject matter of the play evidently attracted him for what he saw as its poetic power rather than for its ostensible doctrinal import.

The Croxton Play of the Sacrament has been one of the most widely studied texts in relation to depictions of the body, including Christ's body, the body of the ‘other’ (in this case, the Jewish body), and the medical body. In the majority of such studies, bodies seem to be conceived within and through a dichotomy that privileges bodily ‘wholeness’ over bodily damage or disintegration. It is fairly easy to find justification for this privileging: one sense of the Middle English word hole (whole in modern spelling) signified the healthy, undamaged state of the body, and an undamaged body tends to have a more pleasant sensory experience than a damaged one. However, ‘wholeness’ of the body is not privileged over disintegration in all late medieval contexts: in some examples, the un-whole body is an important signifier. This prompts a reconsideration of how to refer to the quality of being un-whole without invoking the dichotomy and denigrating the un-whole state of bodies to a state of being damaged. My term of choice is porousness, defined as the capacity of the body to have its superficial integrity violated without descending into dysfunction or damage; this then enables it to enter relationships and transactions with other bodies through that very state of porousness. Accordingly, to avoid resorting to ‘disintegration’, I will also refer to the process of achieving such a state as ‘becoming-porous’. By suspending the dichotomy between whole bodies and damaged bodies, we can enrich our understanding of the pivotal scene during the Passion sequence of the Croxton Play, in which the Host (or the body of Christ) and the hand of the character of Jonathas are joined. The adjusted perspective and the reading that it offers augment existing scholarship on the role of bodies and subversion in the play, as well as affecting how we view un-whole bodies (including the body of Christ), highlighting porousness not as the negation or absence of wholeness, but as a self-sufficient property of bodies.

I argue that from such a perspective, the simultaneity of the performance of becoming-porous in the bodies of both Christ and Jonathas (the oppressed and the oppressor) unites Christian and Jewish bodies through the very state of porousness, blurring the purported natural differences between them. Consequently, it offers an opportunity for the subversion of the hierarchy of status between them.